CUBAS MEXICO MANILA

Para Ángeles Cubas Martínez (⍏) y Rosalía Acosta Camacho, (por los viajes, el apellido y la patria elegida)


Me gusta mucho el comentario de Miguel Ángel Barroso en su artículo del diario español ABC que dice: “La nao de China nunca recaló en China” (1). ¿A quién se le ocurrió entonces nombrarla así?. Japón y China son antiguas civilizaciones muy bien definidas, y aunque eran objetivos de la evangelización, no estaban tan abiertas a las incursiones misioneras, y menos a someterse a una corona.

En cambio, las islas no estaban tan organizadas. Llegó a las Filipinas el navegante portugués Fernando de Magallanes en 1521 (ojo, mismo año en que Hernán Cortés conquista Tenochtitlán), las declaró dominio de la corona española, y murió ahí en un enfrentamiento con tribus locales. Barroso indica que: “Los mercaderes chinos llegaron a Filipinas debido a la gran explosión demográfica en su país, y se establecieron principalmente en Manila, donde instalaron sus tiendas y negocios. Se les daba el nombre de sangleyes. Se calcula que en 1588 vivían en Manila mil chinos, número que se triplicó en cien años”.

 La incursión española en Filipinas fue un evento mezclado de intenciones comerciales, religiosas, territoriales y agregue el lector los demás términos que juzgue convenientes. Para la corona fue un logro más de los muchos que venía cosechando desde 1492 en que Cristóbal Colón llegó a América. Y por eso, cuando la Nueva España se extendió hacia el norte, tratando de hacer frente a la presencia de ingleses y franceses en tierras hoy estadounidenses, colonizó el territorio tejano llamándole Nueva Filipinas. Antonio Margil de Jesús usó por primera vez el nombre en una carta al virrey novohispano el 20 de julio de 1716 diciendo que: “esperaba que con el patrocinio del rey sería posible asegurar para la gran gloria de Dios y a nombre de su católico Monarca otra nueva Filipinas” (2).

 La historia nos informa que el nombre no prosperó y tampoco el gobierno hispano en ese territorio. Pero esta anécdota refleja el modo en que se miraba a sí misma la pujante España. Entre las monjas franciscanas del Convento ubicado en Cubas de la Sagra (localidad de Madrid), destacó Juana de la Cruz (1481-1534), por cuyo nombre podríamos confundirla en México con la décima musa, la gran poetisa novohispana, Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695), pero es una persona distinta. Juana de la Cruz ganó culto entre los católicos debido a su intensa actividad espiritual y de predicación.

Se documentó, dice Sarah E. Owens, la: “comunicación directa del Espíritu Santo y la Virgen María con Juana, esta experiencia mística ocurrió durante 13 años entre 5 y 6 horas cada domingo.

Dignatarios importantes, nobles y oficiales eclesiásticos, incluyendo al emperador Carlos V y al cardenal Cisneros, asistieron a esta especie de sermones” (3).

Se tiene referencia de que el rosario de sor Juana de la Cruz estaba lleno de cualidades, cada una de sus cuentas tenían un enorme poder, como lo dice Antonio Daza: “las virtudes de estas cuentas son muchas, y por experiencia se conoce que las tienen contra demonios, porque los lanzan de los cuerpos humanos confesando que salen de ellos por la virtud de estas cuentas, y huyen de los que las traen consigo. La tienen también contra el fuego, contra los truenos, rayos, tempestades y tormentas del mar y contra muchas enfermedades del cuerpo y del alma. Sanan las calenturas, la peste y otras enfermedades. Valen contra escrúpulos y tentaciones y espantos de los demonios”. (4)

 Owens se basa en Daza para explicar que de las cuentas del rosario de Juana de la Cruz, solo: “dos de las cuentas originales se quedaron en el convento” de Madrid y “que cualquier rosario que tocara las cuentas originales también tenían los mismos poderes milagrosos. Pero solo las originales podían transferir estos poderes. Daza se refiere a estas últimas como “las tocadas”, lo que hoy en día se ha denominado como reliquias de contacto terciarias, es decir, han absorbido parte del poder de la reliquia original (en este caso los rosarios bendecidos por el Señor) por estar en contacto con ella”. (5)

En 1620, con algunas cuentas de dicho rosario bendito, otra mujer con fama de santidad, Sor Jerónima de la Asunción (1556 Toledo, España-1630 Manila, Filipinas), quien desde los 15 años entró al convento, a la edad de 50 años, y patrocinada por el maestre de campo Pedro de Chaves, salió del convento de su natal Toledo con el objetivo de fundar en Manila el Convento de monjas de Santa Clara, Orden femenina franciscana. Aun no había ni un solo convento femenino en Filipinas.

Sor Jerónima se hizo acompañar de su alumna Sor Ana de Cristo, y el grupo impulsor, debido a la edad de la líder, le asignó otras monjas para que dicho conjunto fuera ejemplo de la conducta de las clarisas. Iban 3 monjas de Toledo, 1 de Sevilla y 2 de Madrid. Una de ellas era Sor María Magdalena que llegaría a ser vicaria del Convento de Manila. Su primera escala fue en Sevilla (en donde el mes de junio el famoso pintor Diego Velázquez pintó de Sor Jerónima un retrato al óleo, que se exhibe en el Museo del Prado en Madrid).

En ese tiempo, dice Antonio Domínguez Ortiz, Sevilla pasó: “de 50 mil a 120 mil habitantes en setenta años, crecimiento que hoy parece harto modesto pero que entonces la puso en el segundo lugar entre las ciudades del Imperio (la primera en habitantes era Nápoles), casi a la par de Londres, la mitad que París, pero superando a Madrid, incluso a Roma… no les fue difícil a italianos, franceses, ingleses y flamencos introducirse al negocio directamente o por medio de representantes”. (6)

Y dice que en ese tiempo: “México, con cien mil habitantes, era la tercera ciudad del Imperio, compitiendo con Sevilla, inferior solo en población a Nápoles”.  (7)

Todo el control administrativo del fenómeno de economía global de la ruta hasta Filipinas, iniciaba en Sevilla, población española interior que dista del litoral unos cien kilómetros, y le conecta con el mar el Río Guadalquivir. Domínguez Ortiz, explica de Sevilla que: “Su elección como punto privilegiado del comercio de Indias no era fruto del capricho o del azar, respondía a las ideas mercantilistas de la época y a una serie de factores naturales y humanos. No alcanzaba Sevilla los cincuenta mil habitantes en la época de los Reyes Católicos y ya era un centro financiero de gran importancia, en su casa de Moneda se acuñaba mas oro que en ninguna otra de Europa… La presencia de genoveses era síntoma de que ahí se hacían buenos negocios. También había representantes de mercaderes castellanos y pilotos vascos, presentes también en Cádiz, que funcionaba como antepuerto de Sevilla.

En la costa de Huelva y Cádiz abundaban los marinos, pescadores, gente avezada a los riesgos… era también el lugar donde arrancan los vientos alisios en dirección al Este, al Atlántico. Estos son los factores que tuvo en cuenta Colón para elegir esta comarca como base de partida de sus viajes, y ellos explican también la designación de Sevilla como centro del monopolio del comercio indiano; allí se creó en 1503 la casa de Contratación, que fue órgano institucional para todo lo referente al comercio de Indias, institución científica para formación de pilotos, construcción de instrumentos y elaboración de mapas…”. (8)

En este dúo Sevilla – Cádiz, iniciaba el trayecto transatlántico de Europa a Veracruz que se llamaba “Carrera de Indias”, y la parte transpacífica de Acapulco a Filipinas era llamada “Carrera de las islas del Poniente”. Según refiere Javier Mejía Cubillos, las embarcaciones que iban entre Filipinas y Acapulco fueron: “construidas por carpinteros chinos, dirigidos por técnicos europeos… las velas se hacían en Filipinas y las partes de metal, como los herrajes, anclas, clavos y cadenas eran fundidos en Japón, China y la India…”, mientras que las que viajaban entre Veracruz y Sevilla eran una flota que: “estaba formada por galeones construidos en el País Vasco, en Cantabria y en los astilleros americanos de Panamá, Cuba, Campeche, Maracaibo y Cartagena de Indias”. (9)

Las exploraciones marinas españolas luego de los viajes de Colón, se enfocaron primero en las islas de las Antillas, luego bordearon tierra firme en el Atlántico, cruzaron el continente hasta su costa Pacífica y de ahí navegaron hacia Filipinas, y luego recorrieron la costa californiana. Pero ¿de donde eran la gran parte de estos españoles?.

Erasto Antúnez comenta que: “Las semejanzas entre el español de Andalucía y el de América, especialmente en las zonas costeras con puertos de Hispanoamérica, despertaron interés desde los primeros siglos coloniales” (10), y localizó documentos que señalan que: “los nativos de la tierra, mal disciplinados en la pureza del idioma español, lo pronuncian generalmente con aquellos resabios que siempre participan de la gente de las costas de Andalucía”.

Y esto tiene una explicación: “la reunión de “bandas” que navegaban en busca de oro y esclavos era una actividad que ya en el siglo XV practicaba Andalucía en las costas africanas. De modo que el hombre de mar andaluz no solo era un técnico de los navíos, sino acaso sobretodo un hombre animado por la aventura y la conquista. Así tenemos que en el periodo antillano el 70% de la marinería está constituida por andaluces”. Por ello, explica Antunez, en México, nuestros paisanos costeños evitan el sonido de la “s”, pone el ejemplo “pe´cao con arró” (pescado con arroz), una innovación andaluza dominó en las zonas costeras del Golfo donde se aspira la “s”, por ejemplo “cana´ta (canasta), Taba´co (Tabasco), la “r” y la “l” se igualan, como en arma mía (alma mía), muelte (muerte), etc.

De Cádiz zarpó el grupo de religiosas, de donde habitualmente salía todo lo que se dirigía a la América española. Las religiosas lideradas por Sor Jerónima, custodia de las poderosas cuentas del rosario de Sor Juana de la Cruz, observadoras de la austeridad franciscana, y luego de vivir enclaustradas, viajarían en un barco repleto: “entre otras muchas piezas suntuarias de: abanicos de España… alfombras de Cuenca… almohadas de Bretaña… botas inglesas… pinturas de Roma, cajas de Moscovia, calcetas de cambray de España… calzones de Holanda, camas de Francia, capas de Castilla… terciopelos de Italia, damascos de Florencia, colgaduras de cama de España… cristales de Venecia… paño de Castilla, delantales de España… encajes de la Lorena, escribanías de Alemania, escritorios de carey de Italia, espejos castellanos… guitarras de Castilla… listones de Sevilla… marcos de cristal de Flandes, mantas de Sevilla, medias de seda de Toledo… paños de Inglaterra, pañuelos de París, piedras de Bohemia, vidrios pintados de Venecia… rosarios de Jerusalén… tela de Milán, tapicerías de Flandes, taburetes franceses, tocadores de España forrados en pellejo de cazón…”. (11)

Vaya diversidad de objetos, hechos por tan diferentes grupos culturales, incluso de naciones que estaban enemistadas con España. El flujo global no siempre reconoce de banderas. Obedece a otros interéses. Este intercambio era muy eficiente en impacto económico, y con eso se hacen flexibles las leyes que “se acatan pero no se cumplen”. Veracruz era el puerto novohispano receptor de los navíos que cruzaban el Atlántico. Con su clima tropical despertaba ilusiones.

Hay una muy curiosa que trataremos de citar brevemente, divulgada como novela en 1870 por el ilustre poblano funcionario gubernamental Pascual Almazán. Sitúa la acción 50 años después de la conquista. Dice que habiendo expulsado España a los musulmanes, estos intentaban llegar con sus riquezas a las costas africanas para reincorporarse a sus naciones hermanas de fe, pero no fueron bien recibidos, más bien, se les acechaba en muchos casos para ser robados y esclavizados, por ello algunos huían hacia otras naciones europeas, siendo Portugal a donde más fueron, Otros prefirieron regresar o permanecer en España y abandonar el Islam para abrazar el catolicismo, aunque fuera solo de dicho.

Hubo el plan de reunir dinero y musulmanes de corazón (cristianos fingidos) para comprar o armar naves en Portugal y zarpar hacia Veracruz, instalarse en la paradisiaca costa adentrándose un poco en tan fértil tierra. Iniciar con unas 20 familias, comprar tierras, producir alimento. Luego recibir otras tantas familias, y así hasta multiplicar la discreta población musulmana en posibilidad de pelear sin levantar sospechas. La Sierra madre oriental sería una protección natural contra el poder central en México.
El plan sería unir a musulmanes con novohispanos para liberarse de España.
Explica la novela en voz del que propone el plan: “Sus naturales, tan lacerados por los castellanos, sin duda combatirán a nuestro lado, y nosotros en premio les distribuiremos con largueza el beneficio de la circuncisión y los dones del Islam”. (12)

La inicial permanencia en Veracruz no reñía con alcanzar la capital después.

La idea se plasmó en literatura y no existe registro de haberse intentado. ¿Fue solo la imaginación del autor? ¿O fue su texto un registro para divulgar lo captado en ciertas esferas? Almazán, ingeniero y abogado, fue gobernador de Puebla, sus cálculos dieron pie al establecimiento de las rutas ferroviarias de Orizaba y Jalapa, fue Magistrado del Tribunal Superior del Estado de Puebla, e hizo estudios sobre el ferrocarril interoceánico que uniría Acapulco con Veracruz. Aspirar al tren fue para el futuro, pero no en el mayor tiempo de la Nueva España.

En su tiempo hay que aceptar que la mercadería que llegaba a Veracruz, era pasada a lomo de mulas y carretas para continuar su camino. Había feria en el puerto para ofertar parte de ese cargamento, y luego se agregaba parte de la producción costera. El traslado era por el eje neovolcánico (abandonaba el nivel del mar, ascendía bordeando importantes elevaciones como el Cofre de Perote, el Pico de Orizaba, llegar a Puebla y luego librar las elevaciones del Popocatépetl y el Iztaccíhuatl), y llegaba al mercado más grande de la Nueva España: la Ciudad de México.

A esta ciudad llegaron las religiosas expedicionarias que fundarían en Manila el primer convento femenino de Asia. Su recorrido hasta Filipinas duraría 16 meses, ya que hicieron una pausa de 6 meses en la Ciudad de México, tiempo en el que se hospedaron principalmente en el Convento de clarisas de la Visitación (Santa Isabel) que estaba donde hoy es la fachada oriental del Palacio de Bellas Artes y la plaza contigua. De ese convento se unieron a Sor Jerónima y su misión a Filipinas dos monjas, Leonor de San Buenaventura (vicaria) y María de los Ángeles (enfermera). Tres días estuvieron en el Convento de San Juan de la Penitencia, que dio nombre al Mercado de San Juan. El convento colonial estaba en el predio donde en el siglo XX se construyó el Templo de Nuestra Señora de Guadalupe en la Plaza Pugibet, Centro histórico.

Otros tres días durmieron en el Convento de Santa Clara, edificio del que hoy queda muy poco, ubicado en la calle de Tacuba No. 29, Centro Histórico, y que desde 1939 opera como Biblioteca del H. Congreso de la Unión. La fachada lateral se mantiene, y es la que habrán visto las huéspedes en su época.

Aquí dejaré a las viajeras un momento, para abordar otros temas, pero más adelante regreso con su viaje. Hay que recordar que en ese tiempo, como dice Manuel Payno en su obra “Los bandidos de Río Frío” es: “Imposible de creer que en una ciudad como la capital de la República Mexicana, situada en la mesa central de la altísima cordillera de la Sierra Madre, pueda haber un puerto”. (13)

Y recordar también que la captura del tlatoani Cuauhtémoc se logró luego de varias batallas navales con 13 bergantines españoles atacando a los mexicas. El escenario urbano de esta gran ciudad de México era en aquel entonces el de una isla que fue ganado terreno. La Catedral Metropolitana de la Ciudad de México tardó siglos en ser construida y terminada, y a ella llegaron significativos muebles y adornos tanto de España como de Oriente. “Destaca la sillería y el facistol, provenientes de Macao y Filipinas respectivamente”. (14)

El “facistol o atril de maderas de tíndalo y ébano, adornado con bellas estatuillas de marfil confeccionado en Filipinas y, la reja metálica de tumbaga traída desde Macao, China”. (15)

En esta misma Catedral está la capilla de San Felipe de Jesús, quien oriundo de la Ciudad de México, nacido el 1 de mayo de 1572 hijo de un rico comerciante, no terminó sus estudios, ni tampoco la carrera religiosa que inició a los 17 años en Puebla, por lo que su padre lo envió a apoyar a su yerno con negocios en Filipinas, lugar al que se embarcó a la edad de 18 años, en el galeón “San Felipe”. Allá tampoco logró conectar con sus actividades esperadas.

Un artículo en el periódico Excelsior refiere las palabras del canónigo de la Basílica de Guadalupe, Luis Felipe García acerca de San Felipe de Jesús, aceptado como el santo al que pueden encomendarse los “ninis”, a quien describe que: “en sus años de juventud no tenía ocupación…ni quería trabajar ni quería estudiar, por eso se fue a Filipinas de aventura… El dejó de ser un nini a través de la caridad, cuando descubrió que había otras personas que estaban peor que él, que había enfermos, gente pobre que no tenía para comer y el sufrimiento de los demás lo conmovió y solo así encontró un sentido a la vida, al tratar de ayudar a los demás”. (16)

Felipe ingresó al Convento de Santa María de los Ángeles, en Manila. En mayo de 1591 hizo sus votos solemnes. 5 años después se embarcó hacia Nueva España donde sería ordenado sacerdote y podría oficiar su primera misa en presencia de su familia. Regresaba a Nueva España a bordo del mismo navío “San Felipe” pero naufragaron frente a costas japonesas, el emperador de esas tierras los consideró espías, y decidió dar un castigo ejemplar. San Felipe de Jesús no había sido ordenado sacerdote por lo que hubiera podido evitar el castigo, pero quiso permanecer al lado de sus hermanos de fe. Luego de hacerlos caminar extensas distancias, en Nagasaki, el 5 de febrero de 1597, se ordenó su ejecución.

A los 26 acusados se les crucificaría en cruces en forma de “T”. Con argollas en el cuello, muñecas y tobillos, una tabla bajo los pies y una estaca que serviría de montadura, luego de sujetarlos a las cruces acostadas, los levantaron, y a San Felipe de Jesús que le quedó muy baja la montadura y tabla, terminó asfixiándose por las argollas del cuello, motivo por el cual el jefe de los lanceros ordenó lo atravesaran para terminar su condena, de modo que dos lanzas lo atravesaron por sus costados y una más por el pecho.

El 5 de febrero de 1629 se festejó en Nueva España la beatificación del mártir. Aún vivía su madre, quien cosió un hábito para la estatua de su ilustre hijo.

En la capilla catedralicia de San Felipe de Jesús, están los restos mortales de quien consumara la independencia mexicana, Don Agustín de Iturbide, en 1821.

Y aprovechando que se menciona ese año, 1821, es importante recordar que la administración de las Filipinas durante la época colonial, estuvo a cargo del virrey de la Nueva España desde 1565 hasta 1821, cuando México se hizo independiente, y luego España tuvo que hacerse cargo directamente de su colonia asiática.

Tocando el tema de las mercancías que llegaban a la Ciudad de México, muchas se quedaban ahí. Dice Mejía Cubillos que, de las mercancías que se embarcaban en Acapulco hacía Filipinas. “80% eran de origen mexicano contra 20% de procedencia española, francesa, alemana y genovesa”. (17)

Gustavo Curiel enlista lo que llegaba a la capital para ser vendido o embarcado: “De Tecali, por ejemplo, provenían pebeteros, mesas, cofres, platos, candeleros y otros objetos de alabastro, De Sultepec, rebozos de seda fina. Huatulco se especializó en piezas de orfebrería. Xochimilco, por estar situado en las inmediaciones de una zona boscosa, produjo muebles de madera de varios tipos. Querétaro envió a los mercados de la ciudad de México mobiliario de cedro y trabajos de taracea. Michoacán, con sus numerosos poblados, comerciaba con escritorios, armarios, bateas, cajas, escribanías, calabazas, así como piezas de cobre, imágenes religiosas hechas en pasta de caña y mosaicos de pluma. Puebla produjo cuchillería, vidrio y mayólica de alta calidad. Huauchinango en la sierra poblana, enviaba constantemente grandes cantidades de muebles de madera. El Nuevo México comerció con pieles y cueros pintados, Guadalajara hizo llegar a la capital del virreinato piezas de alfarería. Textiles de variadas calidades se tejían en Campeche, Tabi, Xilotepec, Toluca y San Miguel el Grande… la lista de lugares y objetos es interminable”. (18)

Era una situación en que la Nueva España era el centro de una gigantesca cruz comercial.
De Este a Oeste era la potencia comercial que decidía el destino de lo asiático y lo europeo que pasaba desde su costa Pacífica a la Atlántica. Hacia el Sur, era la que permitía los envíos legales o no hacia Centroamérica y el Perú, y hacia el Norte, la Ciudad de México era el punto de partida de la inmensa ruta conocida como Camino Real de Tierra Adentro, de 2,560 kilómetros hasta Santa Fe, Nuevo México (reconocida por la UNESCO desde 2010 como Patrimonio de la Humanidad). Hasta allá se enviaban también productos recibidos de Asia.

El ilustre barón Alexander von Humboldt hizo referencia a todo el acarreo de bienes que había: “Los principales objetos del comercio interior de la Nueva España son, primero, los productos y géneros importados o exportados por los dos puertos de Veracruz y Acapulco… segundo, los trueques que las provincias hacen entre sí…” y anotó una propuesta al medio de transporte: “los millares de mulos que todas las semanas llegan de Chihuahua y de Durango a México, traen, además de las barras de plata, cuero y sebo, un poco de vino de Paso del Norte y harina, tomando en retorno lana de Querétaro, géneros de Europa y de las islas Filipinas, hierro, acero y mercurio.
Hablando de las comunicaciones entre las costas del mar del Sur y las del Océano Atlántico, hemos observado cuan útil sería al reino de México la introducción de camellos. Las mesas por donde pasan los caminos reales, no están tan elevadas, que el frío pueda ser dañoso a estos animales, sufrirían mucho menos que los caballos y los mulos por la aridez del suelo, falta de agua y de pastos a que están expuestas las acémilas en el norte de Guanajuato, principalmente en el desierto que separa la Nueva Vizcaya del Nuevo México”.  (19)

Deseo en esta parte proponer que este inmenso recorrido comercial y cultural llevado a cabo con navíos desde Europa hasta Asia con escala en Nueva España, de inmensas implicaciones para la historia mundial, sea valorada en su influencia de entonces y de ahora, y la ruta España - Nueva España - Filipinas se inscriba en la lista de la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.

 Permítaseme preguntar ¿Qué tuvo el Camino Real de Tierra Adentro que no tuviera la ruta España – Nueva España – Filipinas?

 Humboldt, después de su visita a Nueva España plasmó sus conclusiones en su “Ensayo político…”, en que propuso lo siguiente al monarca español, a quien dedicó su texto:

Un rey de España que residiese en la capital de México, haría pasar sus ordenes en 5 semanas a la península de Europa y en 6 semanas al Asia, esto es, a las Islas Filipinas”. Y destaca que viviendo aquí no le faltaría nada: “El vasto reino de la Nueva España, bien cultivado, produciría por sí solo todo lo que el comercio va a buscar en el resto del globo”. (20)

Por la eficiencia del negocio que se prolongó por 250 años abarcando 3 regiones continentales diferentes, Humboldt incluso observó cómo podía mejorarse: “Si los reyes de España hubiesen hecho que gobernasen el reino de México algunos príncipes de su familia, residentes allí mismo… el reino de México habría perdido anualmente nueve millones menos en numerario; que son los que salen en parte para la tesorería de Madrid y parte bajo la denominación impropia de situados, para las cajas provinciales de La Habana, Puerto Rico, Pensacola (Florida) y Manila”. (21)

El sabio prusiano destacó que: “las indagaciones que he podido hacer sobre el estado de la Real Hacienda de las colonias, me ha parecido que se puede valuar la renta global de toda la América Española en 36 millones de pesos” (22)  y especificó que de ello, 20 millones eran de Nueva España. Además le ofreció al monarca español un comparativo económico con la corona inglesa, luego de citar cifras monetarias: “resulta que la Nueva España, cuya población no llega a 6 millones, produce al tesoro del rey de España dos tantos más del producto líquido, que la Gran Bretaña saca de sus bellas posesiones en la India, conteniendo esta una población 5 veces mayor”. (23)

La mercancía que salía de la Ciudad de México a lomo de mula y carretas, era destinado a Acapulco, pasando un territorio que forma parte del eje neovolcánico, lo cual implica rodear o enfrentar elevaciones significativas. Humboldt señala que: “en toda la Nueva España no hay sino 5 volcanes encendidos, esto es el Orizaba, el Popocatépetl, y las montañas de Tuxtla, de Jorullo y de Colima”, y haciendo referencia a truenos suterráneos, conos humeantes y temblores, concluye que: “todo esto parece probar que el país contenido entre los paralelos de 18° y 22° oculta un fuego activo que rompe de tiempo en tiempo la costra del globo, incluso a grandes distancias de la costa del océano”. (24)

Efectivamente, el paralelo 19° norte tiene grandes secretos, dentro de él se encuentran las pirámides de Teotihuacán, entre otras cosas de gran interés. Curiosamente en otros planetas del sistema solar también hay puntos muy peculiares en el equivalente a ese paralelo, pero detallarlo sería materia de otro documento. Quede aquí solamente mencionado que el científico prusiano Humboldt ya lo distinguía con claridad en la Tierra desde el siglo XIX.

Las dificultades para transitar el camino de la ciudad de México hasta Acapulco, quedaron muy bien descritas por la pluma del célebre francés Julio Verne. Su primera novela fue corta, se llama “Un drama en México”.
Ojo, su primera publicación tipo novela no fue al espacio, a la jungla o al fondo de mar. Fue a nuestro querido México.

Al describir la trama de los personajes, aprovecha para detallar el clima y los obstáculos naturales que se presentan de la costa pacífica a la capital, por ejemplo: “Entre el puerto de Acapulco y la ciudad de México, distante uno de otro unas ochenta leguas, los accidentes del terreno son menos bruscos y los declives menos abruptos que entre México y Veracruz”. (25)

(Recuerde el lector que Julio Verne nunca visitó nuestro país, pero si leyó a Humboldt). “El terreno iba subiendo cada vez más. La inmensa llanura de Chilpancingo, donde reina el más hermoso clima de México, no tardó en extenderse hasta los límites extremos del horizonte…”. (26)

“Se dirigieron a Cuernavaca tomando la dirección del Nordeste. El país apareció entonces bajo un aspecto más escabroso y hacía presentar los picos gigantescos, cuyas cimas basálticas en algunos casos, detienen las nubes procedentes del gran Océano”, (27)  “poco después se levanta delante de ellos el inmenso cono del Popocatépetl, de tal altura, que la vista se perdía en las nubes, buscando la cima, por todas partes escabrosidades del terreno y los senderos vertiginosos parecían oscilar bajo los pies de los viajeros”. (28)

Llegó el tiempo de volver con Sor Jerónima y compañía, quienes luego de su estancia en la Ciudad de México, toman su camino hacia Acapulco. Continuaban su misión en una época en que vanguardias femeninas eran peor de difíciles de lo que son hoy, aun un pendiente mundial. De Las cuentas milagrosas que portaban las monjas: “se hace referencia por primera vez… cuando el pequeño grupo partió en mula de la ciudad de México hacia el puerto de Acapulco… “el camino de la China”, como se conocía en esa época, no era nada más que un sendero que cruzaba montañas altas, pasaba por bosques densos y atravesaba arroyos y ríos bravos. Los muleros tenían que cubrir aproximadamente 300 kilómetros pasando por los estados que hoy se conocen como Morelos y Guerrero… las monjas que habían pasado casi todas sus vidas dentro de muros enclaustrados de sus conventos, ahora les dolían las posaderas de tanto montar… una sufrió de unas hemorroides tan malas que las hermanas temieron que fuera a sufrir de cólico, para remediarlo le dieron –una cuenta de Sor Juana molida en un trago de agua y hecho esto estuvo buena del todo-“.

Mientras esperaban su partida en el puerto de Acapulco, describió Sor Ana de Cristo, como todas sufrían de fiebres intermitentes (uno de los síntomas clásicos de la malaria) pero nadie peor que Sor Jerónima. De hecho todos pensaban que se iba a morir cuando se recuperó en el último momento. Se atribuye su recuperación milagrosa a una cuenta molida: “ –le dieron una cuenta de santa Juana molida en un poco de agua y ésta sola medicina con la mucha fe de las que le dieron y de quien la recibió, bastó para obrar aquel milagroso efecto-“ . (29)

Nuevamente las austeras religiosas se embarcarían en un navío repleto de ricas mercancías, que por segunda vez en su vida verían reunidas, y sujetas a los riesgos del mar. Acapulco fue, desde tiempos de Hernán Cortés, la base naval de exploración marítima del Pacífico para ensanchar el imperio español, marinos españoles y novohispanos experimentaron rutas, trazaron mapas, mejoraron navíos, descubrieron riquezas.

El Océano Pacífico era entonces un lugar de guerra comercial y territorial. Sergio Ortega Noriega explica que: “hacia 1765 los comerciantes rusos establecidos en Alaska empezaron a cruzar el Pacífico para llevar a China las pieles de nutria que obtenían en las costas de América del Norte. En 1784 navegantes ingleses y estadounidenses de Boston empezaron a navegar el Pacífico para llegar al mercado chino y participar en el comercio de pieles finas… recordemos que fue la presencia de los rusos en el Pacífico Norte lo que decidió al gobierno español a ocupar la Alta California antes de que ellos lo hicieran”. (30)

En la travesía marina, una de las integrantes del grupo religioso, la madre María de la Trinidad, murió por “cámaras” (flujo de vientre y disentería) y fue sepultada en el mar. Sor Jerónima enfermó de lo mismo, y: ”la madre vicaria pidió intercesión de la santa Juana y, después de dar a la monja una cuenta molida, se empezó a recuperar… sor Jerónima se molestó con el grupo porque desperdiciaron en ella las cuentas originales, y dijo a sus hijas espirituales –vosotras tenéis la culpa, porque lo mismo habían de hacer si fueran tocadas, y valía más haber guardado las originales para remedio de dos reinos”. (31)

Profundizando en lo ocurrido en la travesía y la acción de las cuentas de Sor Juana: “además de su poder de curación física y espiritual… las cuentas también ayudaron a los tripulantes a guiar la nave a su destino final. Durante varias tormentas, las monjas tiraron cuentas al agua para calmar las bravas olas… en otra ocasión, cuando aflojaban las velas y los marineros creían que arribaban a Japón, sus rezos a la santa Juana hicieron soplar el viento que terminó llevándoles a aguas seguras.

Por esta y otras anécdotas como cuando los marineros ataron, como último recurso, los rosarios al mástil para salvarse” revela la mística de la misión. Vemos el uso que dieron las monjas a las cuentas de sus rosarios, aunque por suerte “Sor Jerónima dejó varias cuentas en su celda en el convento de la Visitación y algunos templos, como Santa Clara de la ciudad de México, -donde- guardaban las cuentas benditas de la santa Juana” . (32)

Las monjas llegaron a Filipinas y fundaron el primer proyecto católico femenino asiático, Convento de Madre de Dios de la Concepción (conocido hasta hoy día en Manila como Convento de Santa Clara), regido bajo la regla de las hermanas clarisas. Sor María Magdalena fungió como vicaria, Sor Jerónima fue la primera abadesa hasta su muerte en 1630. La sucedió Sor Ana de Cristo. Tanto sor Juana de la Cruz, del Convento de Cubas, provincia de Madrid, como sor Jerónima, del Convento de Toledo, y abadesa del de Manila, en el ámbito religioso están en proceso de canonización.

Las milagrosas cuentas del rosario han quedado repartidas en 3 continentes y en el fondo del mar, a través de un evento mundial comercial naval que perduró por 250 años. Sor Jerónima, en lo que se refiere al cumplimiento del deber y a enfrentar riesgos y retos y cumplir sus metas, es desde 1630, y hasta hoy, un ejemplo de liderazgo, fortaleza y determinación.

A Manila migraron muchos novohispanos, y además hubo una notable: “llegada de comerciantes chinos, japoneses, turcos, griegos, africanos de Angola y Congo, persas, indios y armenios, haciendo de Manila una ciudad bastante cosmopolita”, y también: “como componentes del cuerpo gubernamental, eclesiástico y militar colonial, algunos españoles arribaron a Filipinas… la identidad nacional filipina… está fuertemente ligada a la cultura española. Entre estos elemento semejantes podemos reconocer que el 84% de la población filipina es católica… y que si bien no es el español la lengua mayoritaria, es una de las tres oficiales en el país”. (33)

El nombre mismo del país hace referencia al monarca español Felipe II. Respecto a la catolicidad, destaca que México y Filipinas son los países con mayor cantidad de católicos en el mundo (110.9 millones y 83,6 millones respectivamente) solo superados por Brasil. (34)

El famoso “tornaviaje” que permitió regresar las naves de Filipinas a Acapulco, fue posible gracias a las exploraciones de muchos marineros, destacando el éxito de Andrés de Urdaneta, originario de Guipúzcoa, País Vasco, (al igual que el padre de Sor Juana Inés de la Cruz, la décima musa). Urdaneta, navegante destacado, matemático, filósofo, luego de tener puestos públicos en la Nueva España, en 1553, con 45 años de edad, ingresó como monje al Convento de San Agustín (edificio que aun existe en la esquina de Isabel la Católica y República de Uruguay, en el Centro Histórico de la ciudad de México, y es la sede del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM). Por la confianza que le tenían las autoridades virreinales y su pasado marino, fue comisionado en un viaje de exploración hacia Filipinas, y: “seleccionó cuidadosamente a la tripulación para conseguir cohesión social y evitar motines. Incluyó un 33% de guipuzcoanos elegidos en la Nueva España y que ya se conocían” . (35)

Zarpó de ida el 21 de noviembre de 1564 y de vuelta el 1 de junio de 1565. Tras confirmarse la posibilidad de retornar a salvo de Filipinas, se dio el banderazo de salida al comercio por la inmensa ruta, Urdaneta volvió al convento en la ciudad de México, en donde falleció el 3 de junio de 1568 con 60 años de edad.

Para concluir, deseo mencionar a la pasajera quizá más famosa de la ruta entre Manila y Acapulco, “Ella era en realidad la princesa Minah, hija de un rey mongol, que fue raptada y luego vendida en Filipinas, de donde salió en una nao rumbo a la Nueva España… En el camino de las costas del Pacífico a la capital, al pasar por la ciudad de Puebla fue adquirida por una familia española de apellido Soza. Durante su estancia en Puebla sus trajes exóticos llamaron poderosamente la atención de las mujeres del pueblo, quienes los copiaron, agregándoles el gusto indígena”. (36)

Su bella estampa alcanzó la cumbre de la indumentaria regional y folklórica. El vestido de “china poblana” es hoy, junto al traje de charro, el representativo típico nacional.


Ojalá que lo que durante 250 años fue una ruta comercial de profundas consecuencias culturales para gente en 3 contientes, un dia se reconozca como auténtico Patrimonio mundial de la humanidad. Pues de todas formas, ya lo es.

Martin Borboa Gómez


NOTAS Y FUENTES

(1) BARROSO, MIGUEL ANGEL. “Nao de China, el viaje que cumplió el sueño de Colón”, 22 febrero 2007 http://www.abc.es/hemeroteca/historico-22-07-2007/abc/Domingos/nao-de-china-el-viaje-que-cumplio-el-sue%C3%B1o-de-colon_16463402678.html#

(2) TEXAS STATE HISTORICAL ASSOCIATION. “New Philippines” www.tshaonline.org/handbook/online/articles/usn01


 (3) OWENS, SARAH E. “El legado del rosario milagroso en los escritos de viaje de sor Ana de Cristo hacia Filipinas”, pág 25, http://www.boletin-cnmh.inah.gob.mx/boletin/boletines/mh30-2.pdf


(4) DAZA, ANTONIO. “Historia, vida y milagros, éxtasis y revelaciones de la bienaventurada virgen Sor Juana de la Cruz”, pág 44, Madrid, Luis Sánchez, 1613


(5) OWENS, SARAH E., op cit, pág 28


(6) DOMINGUEZ ORTIZ, ANTONIO. “España, tres milenios de historia”, pág 194, Madrid, Marcial Pons ediciones de Historia, 2003


(7) DOMINGUEZ ORTIZ, ANTONIO. Op cit Pág 189


(8) DOMINGUEZ ORTIZ, ANTONIO. Op cit Pág 193


(9) MEJIA CUBILLOS, JAVIER. “El fin del Galeón de Acapulco: un análisis desde el neoclasicismo”, pág 17, Ponencia en el Segundo Congreso Latinoamericano de historia económica, Simposio: mercados y mercaderes en los circuitos mercantiles hispanoamericanos, 1780 – 1860, 2010


(10) ANTUNEZ REYES, ERASTO. Capítulo “El idioma español en los puertos de la Nueva España”, “España y Nueva España: sus acciones transmarítimas”, pág 137, INBA, CONACULTA, Universidad Iberoamericana, Embajada de España en México, México, 1991


(11) CURIEL, GUSTAVO. Capítulo “Transito de obras suntuarias a la Nueva España. Reflexiones sobre el comercio artístico transmarítimo”, “España y Nueva España: sus acciones transmarítimas”, pág 149, INBA, CONACULTA, Universidad Iberoamericana, Embajada de España en México, México, 1991

(12) ALMAZAN, PASCUAL. “Un hereje y un musulmán”, Editorial Porrúa, Colección de Escritores mexicanos, México, 1870, segunda edición 1962

(13) PAYNO, MANUEL. “Los bandidos de Río Frío”, pág 121, Editorial Época, México, 2004

(14) www.ciudadmexico.com.mx/atractivos/catedral.htm

(15) www.contenido.com.mx/2016/02/98955

(16) ANDRADE, CITLALLIN. “El santo patrón de la capital San Felipe de Jesús ampara a los ninis”, Excelsior, Sección Nacional, 08 agosto 2012, México

(17) MEJIA CUBILLOS,JAVIER. op cit pág 12

(18) CURIEL, GUSTAVO. Op cit pág 145

(19)  VON HUMBOLDT, ALEXANDER. “Ensayo político sobre el reino de la Nueva España”, pág 467, Editorial Porrúa, Sepan cuantos…, México, 2014

(20) VON HUMBOLDT, ALEXANDER. Op cit pág 30

(21) VON HUMBOLDT, ALEXANDER. op cit pág 505

(22) VON HUMBOLDT, ALEXANDER.  op cit Pág 552

(23) VON HUMBOLDT, ALEXANDER. Op cit pág 554

(24) VON HUMBOLDT,ALEXANDER. Op cit pág 30

(25) VERNE, JULIO. “Un drama en México”, Editorial Albatros, Tomo VI, pág 589, México, 1958

(26) VERNE, JULIO. op cit pág 591

(27) VERNE, JULIO. op cit pág 595

(28) VERNE, JULIO. op cit pág 597

(29) OWENS, SARAH E. op cit pág 30, 31

(30) ORTEGA NORIEGA, SERGIO. “Sinaloa, historia breve”, El Colegio de México, Fondo de Cultura Económica, pág 132, México, 2010

(31) OWENS, SARAH E. op cit pág 31

(32) OWENS, SARAH E. op cit pág 33

(33) MEJIA CUBILLOS, JAVIER. Op cit pág 19

(34) https://infovaticana.com/2017/04/15/los-10-paises-mas-catolicos-mundo/

(35) https://es.m.wikipedia.org/wiki/Andr%C3%A9s_de_Urdaneta

(36) https://www.mexicodesconocido.com.mx/la-china-poblana.html